¿Acelerará el Covid-19 la revolución de la electrificación?

Aunque se promocionan como una alternativa ecológica a los motores de combustión y a los combustibles fósiles, los VE tienen un talón de Aquiles evidente: ¿qué hacer con media tonelada de batería cuando ya no puede mantener una carga lo suficientemente grande como para alimentar el vehículo?

Hoy en día, la opción más común es el reciclaje, un proceso que recupera algunas materias primas, como el cobalto y el litio, pero no todas. El reciclaje es caro, no está regulado y carece de una cadena de suministro claramente definida. Por ejemplo, el Instituto de Investigación de la Energía predice que en 2025 el mundo habrá acumulado más de 3,4 millones de baterías de VE desechadas, frente a las 55.000 del año pasado.

Está surgiendo una alternativa al reciclaje, o más exactamente un paso intermedio, en forma de reutilización de las pilas. Cuando la batería de iones de litio de un vehículo se degrada hasta el 70-80% de su capacidad de carga original tras ocho o diez años de uso, ya no puede alimentar el vehículo y debe ser sustituida. La creciente oferta de estas baterías al final de su vida útil está creando toda una nueva oportunidad de mercado, que algunos llaman el sector de las baterías de segunda vida o batería de segunda vida.

Las aplicaciones de las baterías de segunda vida podrían añadir de cinco a diez años útiles adicionales, pero en última instancia esta vida vendrá determinada por el trato que haya recibido la batería durante su uso primario. La tecnología del Sistema Inalámbrico de Gestión de Baterías (wBMS) recoge los datos de las baterías de forma continua, los transmite y los almacena en la nube, lo que la convierte en una herramienta perfecta para registrar datos históricos granulares.

Durante el funcionamiento del vehículo, se realizan cálculos para conocer el estado de salud (SoH) de la batería y pueden actualizarse continuamente en función de las condiciones de conducción y del entorno, proporcionando un potente indicador para conocer la vida útil restante de la batería. Esto permite establecer un valor residual para el paquete de baterías, lo que reduce los costes totales, y también orienta sobre la próxima vida útil de las células de la batería.

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